Mamani Mamani y Toda la Energía de los Andes en Estocolmo
Por Javier Claure C.
... Para conocer algo más de Mamani Mamani y adentrarnos a su pensamiento andino, me ha facilitado una entrevista en la galería estocolmence donde expone sus cuadros.
Javier Claure: ¿Cuéntame cómo y cuando empezó tu formación artística?
Mamani Mamani: Bueno, primero toda la energía de los Andes para ti y toda la gente que va leer esta entrevista. Pinto desde muy niño. Los primeros cuadros que hice fue en Cochabamba a mis 8 o 9 años. Pintaba, en periódicos y cartones, con el carbón que mi madre utilizaba para cocinar. Cuando regresé a Tiwanaku, de donde son mis padres, mi abuela jugó un papel importante en mi formación artística. Ella me introdujo a las costumbres andinas, agradecimientos a la Pachamama (Madre Tierra) y rituales. Luego gané algunos premios y, como consecuencia, el gobierno de Estados Unidos me invitó a exponer mis cuadros en 8 ciudades de ese país. Fue una buena oportunidad para mostrar al pueblo norteamericano la cultura Tiwanakota.
J.C: ¿Qué significan los colores para ti?
M.M: Los colores son vida. En la cultura andina se representan todos los colores del arcoiris. Dos arcoiris juntos, por ejemplo, dan lugar al nacimiento de la Whipala (bandera de los pueblos originarios). Entonces el color es fundamental. No olvidemos que los hombres de las culturas precolombinas y tiwanakotas, se han expresado mediante los colores en sus tejidos, cerámica y awuayos (mantas). Y mi arte es eso mismo. Siempre digo que mi arte es una challa (fiesta, celebración) a la Pachamama, porque le gusta los colores.
J.C: Algunos pintores utilizan colores oscuros para expresar su universo interior, digamos con un cierto grado de tristeza. En cambio en tus cuadros utilizas colores fuertes, chillones y llamativos. Da la impresión de que te encuentras en un eterno estado de alegría. ¿Qué me dices al respecto?
M.M: Si es verdad, alguien dijo: "Mamani Mamani puso color en los Andes". Creo que es importante mostrar el orgullo, el autoestima y, sobre todo, la dignidad. Entonces ¿cómo no sacar todo ese orgullo de nuestra cultura andina? Extraer el color fuxcia de las polleras (falda de diferentes capas), el color turquesa de las mantillas y el rojo de los ponchos por ejemplo. Utilizar estos colores significa adentrarse tierra adentro y volverse a ver. Durante 30 años he ido rescatando, precisamente esos valores. Incluso nuestra música no tiene que ser solamente tristeza, sino también una mezcla de bombos, platillos e instrumentos que emanen alegría. Y esto está ocurriendo en Bolivia. Es volverse a ver la cara.
J.C: ¿Existe alguna influencia, en tu obra, a consecuencia de los profundos cambios sociales que se están dando en Bolivia?
M.M: Claro que si. Creo que, de alguna manera, ya habíamos trazado el camino para lo que se está viviendo en Bolivia. No solamente yo, sino muchos otros artistas hemos contribuido con un granito de arena. El arte es un arma que puede generar cierta consciencia en un pueblo. Puede generar a reconocer símbolos, colores, figuras, formas etc. Desde hace mucho tiempo que pinto en mis cuadros las montañas, el sol, la luna, la cruz andina, guerreros, amautas (sabios del mundo andino) etc. Entonces la gente se ha ido alimentando de todo ese simbolismo que ha rescatado el artista.
J.C: Sé que has expuesto tus cuadros de carácter erótico en el Museo Nacional de Arte en La Paz, con el título de: "Entre sapos, whakabolas y algunas k'alanchas (desnudas)" ¿Cómo ha sido la reacción del pueblo boliviano?
M.M: Bueno, debo aclararte que he expuesto mis cuadros en diferentes museos del mundo, pero fue la primera vez que se me permitió exponer mis cuadros en el Museo Nacional de Arte de la ciudad de La Paz. Ciertos círculos sociales se habían apoderado de la cultura, y con la aceptación de mis cuadros en ese museo paceño rompí con esa tendencia elitista. Y, claro, esto es un hecho histórico.
Los sapos en el mundo andino, llaman a la lluvia, pero también en el dicho popular; se les llama sapos a las personas astutas que quieren sacar provecho de alguna situación. Whaka es un lugar sagrado y whakabolas es aquella persona tonta o perdida en el espacio. Se dice, de manera irónica, "deja de whakabolear". Por ahí han comentado que vivimos en una sociedad rodeados de sapos y whakabolas con una yapa de k'alanchas.
Podríamos decir que mis cuadros eróticos han sido un tema visto desde un punto de social y, porque no decirlo, político. Han asistido más de 25000 personas al museo, cosa admirable desde luego. Lo más importante ha sido que mucha gente indígena del Alto y de las zonas periféricas de La Paz, por primera vez en la historia, han pisado el Museo Nacional de Arte para ver a un artista aymara, a un artista de la misma clase social que ellos y que refleja, en sus cuadros, muchas de sus costumbres y tradiciones.
J.C: ¿Es un tabú hablar de sexo en la cultura aymara?
M.M: Más que tabú, simplemente no se muestra el erotismo. Pertenece a un mundo oculto y es algo especial para la idiosincracia del hombre andino. He mostrado erotismo en algunos de mis cuadros y las k'alanchas han causado una cierta polémica, porque he dibujado a mujeres desnudas con las cabezas pequeñas y los cuerpos voluminosos como representación de las montañas y la fertilidad. No se trataba de menospreciar a la mujer como un ser que no piensa. Yo las veo a mis k'alanchas como montañas; o como Pachamamas.
J.C: Eres de origen quechua y tienes sangre aymara. Tu apellido Mamani es también aymara. Has dicho: "En Bolivia existía ciertos prejuicios sobre tu obra y tu formación autodidacta". Pero, a estas alturas del partido, has ganado premios importantes, has expuesto tu obra en muchos países del mundo y eres uno de los pintores más importantes de Bolivia. ¿Ha cambiado esa actitud prejuiciosa frente a tu persona y tu obra?
M.M: Yo creo que sí. Antes de que muestre mis cuadros en el Museo Nacional de Arte de La Paz, expuse muchos cuadros en museos de Japón, Estados Unidos, Europa y ahora estoy dando a conocer mi arte en los países nórdicos. Eso a influido para poder exponer mis cuadros en ese museo paceño. Es decir, primero se apreció mi arte en el extranjero y luego en Bolivia. Me preguntaron en Bolivia cual es el premio más importante que he ganado. Y suelo contestarles: “El premio más importante para mí, es que un niño, en el Alto, dijo: Yo quiero ser como Mamani Mamani”.
J.C: ¿Quieres decir que tu obra es bien aceptada en Bolivia como en otros países del mundo?
M.M: Si, si claro... pero también están los detractores que no aceptan a un artista indígena y, además, autodidacta. Pero todo cae por su propio peso. Una obra de arte es sensibilizadora ante una sociedad. Una persona sensible al arte, es sensible con su familia y su comunidad.
J.C: En las culturas andinas ancestrales, se hacían diferentes tipos de rituales. Actualmente se siguen llevando a cabo ciertos rituales en Bolivia, como un gesto de respeto a la naturaleza y, sobre todo, para alcanzar un equilibrio con la Pachamama. ¿Cómo alcanzas ese equilibrio en tu persona, tu obra, la naturaleza y la vida cotidiana?
M.M: Es una pregunta muy interesante. El ser andino está constantemente en equilibrio con la naturaleza. Rechazar ese equilibrio; es caer en el abismo. En mi caso, después de haber estado fuera de Bolivia, regreso a la llajta (terruño), a los Andes para insuflar nuevas energías y poderme integrar nuevamente a la comunidad andina. Cuando uno viaja y expone sus cuadros, el ego interno puede tomar dimensiones exageradas, pero en el mundo andino el ego se apaga. Uno vuelve a su llajta y no eres sino uno más de ellos. Así nos enseñaron los más viejos y los hermanos mayores.
Siempre hago una autocrítica a mis trabajos, proyectos etc. Entonces con todos estos puntos aquí señalados, creo que alcanzo un equilibrio con todo lo que hago y lo que me rodea.
J.C: Finalmente ¿Qué proyectos tienes para el futuro?
M.M: Hacer la Casa Museo Mamani Mamani, que será camino a Tiwanaku. No será un museo muerto, sino más bien lleno de vida, donde los niños y toda persona interesada en el arte pueda progresar en su formación artística. De ahí pueden salir grandes artistas, quien sabe...
Otro de mis proyectos es construir unas Pachamamas de 10 o 15 pisos que se puedan ver desde lejos. Estas mujeres se edificarán unas frente a otras dando la impresión de estar conversando y bajo de sus polleras estarán los templos andinos. A esos recintos sagrados irá la gente de toda clase social, los amautas, los jilak’atas (autoridad del campo) a hablar de cosmovisión, de armonía, de la naturaleza y de la Pachamama.
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