lunes, 23 de noviembre de 2009

El santo sudario

Se indigna de los lugares -desde Aix-la-Chapelle a San Salvador en España-, donde se encuentra expuesto el santo sudario por la desvergüenza y la tontería de los fabricantes.
Su ironía no ha podido enterrar el santo sudario porque reaparece en forma regular, desacreditándolo.
El brazo de San Antonio que besan y adoran los fieles en Ginebra, le divierte porque es el sexo vigoroso de un ciervo.
Juega con el doble sentido de la palabra neerlandesa braquemart (espada corta y falo) a propósito de San Miguel: “Se muestra su braquemart que es como un puñal de un pequeño niño” Y agrega: “Si era necesario vencer el diablo con la espada, debía ser más fuerte y de mejor punta y de mejor filo que aquélla”.

El cerebro de San Pablo

El cerebro de San Pedro, tan pomposamente exhibido, para Calvino no era sino una piedra pómez.
En cuanto al “pescado frito que San Pedro muestra a Cristo cuando se le apareció sobre los bordes del mar”, que exhibe una iglesia, Calvino dice “que ha sido bien sazonado o que se ha hecho una maravillosa salsa picante para conservarse por tanto tiempo”.

Las nalgas de Cristo

Ante “la forma de estas nalgas que está en Reims, en Champagne sobre una piedra detrás del gran altar”, Calvino protesta: “Esta blasfemia es tan execrable que tengo vergüenza de hablar…”
El aspecto mercantil

Calvino habla del aspecto comercial de las reliquias católicas. Toma como ejemplo a San Antonio, cuyo cuerpo entero yace en Arles, otro en Viena, una rodilla en Albi, diversos miembros en Bourg, Macon, Dijon, Chalán, Ouroux, Basancon: El temor dice, “ha engendrado devoción que ha aguzado el apetito de tener su cuerpo por el provecho”.
Recuerda los canónigos de Treves de Lieja, que se jactan de poseer la cabeza de San Lamberto: “Han dispuesto por cualquier suma de dinero, el interés de las ofrendas, de no mostrarla públicamente, por el miedo que aparezca en dos ciudades tan vecinas”.
La posesión de Lázaro resucitado genera un proceso porque se disponía de tres cuerpos suyos: uno en Marsella, otro en Autun, el tercero en Avallón. Los canónigos de Avallon y de Autun han acudido a la justicia. “Después de haber dependido de la plata de un lado y del otro; los dos han ganado su causa”, explica Calvino.
El reconocimiento de dos cuerpos por la justicia permite que los peregrinos puedan visitar los dos lugares.
Jean-Jacques Marie, autor de la reseña del libro de Calvino que comentamos y que aparece en La Quinzaine littéraire (París. No. 979, noviembre de 2008), señala que su libro no ha perdido actualidad, porque el culto a las reliquias sigue en uso.
Un ejemplo es la momia de Lenin que Stalin, antiguo seminarista convirtió en un culto para-religioso, que se secularizó y modernizó. Se da también en el hincha que quiere apoderarse de la camiseta sudorosa de una estrella de fútbol, o en el adolescente en trance que pide un pañuelo de la cantante o cantor de moda.
Se da una proliferación, una laicización de los objetos del culto, vacíos de contenido sin caer en la blasfemia.

Por Édgar Bastidas Urresty
*Tomado del libro Historias de humor

No hay comentarios:

Publicar un comentario