lunes, 16 de noviembre de 2009

UN BUEN GRAMÁTICO Y UN MAL BUFÓN

... Pero las sinrazones de Vallejo son presa fácil de un estudio riguroso; no obstante repito, a pesar de sus méritos como escribano y algunos aciertos de humor y de escándalo, que lo acercan más a una crónica roja, cuyo interés se agota cuando ya sabes quien es el asesino. El criterio central esgrimido por los académicos de nuestra Universidad Nacional (en adelante UN) es la contribución como crítico de la sociedad moderna. En realidad es una burla al conjunto de grandes intelectuales realmente rigurosos críticos que tiene este país, una burla a quienes consideramos se puso en ridículo el nombre de la UN, el prestigio de la universidad se usufructuó desde unos pocos para premiar a quien tiene más méritos por su farándula que como esteta. Tal vez, a lo sumo, se le conceda que tiene pretensión artística, pero eso es asunto de otro salón de artes. Su valoración como artista puede causar controversia, como esteta no resiste la rigurosidad del tiempo con las formas, como crítico no pasa de cualquier lógica simple de argumentos (confunde el insulto con la denuncia construida, argumentada, confrontada; y con ello contrario a su aparente propósito, termina contribuyendo a encubrir al denunciado, ya sea Uribe, ya sea el Papa,). Entonces, su falsa pretensión de descentronizador (quitar del trono), termina dejando los objetos de su denuncia no sólo en su puesto inicial, sino fortalecidos ante la vacuidad de los insultos; lo que hace de Vallejo un radical conservador recalcitrante.

Critico a la UN por el uso exótico, en este caso, del Doctorado Honoris Causa. Pregunto a las directivas de la UN por qué tantos intelectuales (el profesor Homero Cuevas de la Facultad de Ciencias Económicas es un formidable ejemplo), que sí han contribuido a construir el discurso crítico de la sociedad colombiana y mundial, no son objeto de este reconocimiento en medio de su vida plena; justamente para poner al día el desfase generacional de un mundo que ha sorprendido a nuestros antiguos y vigentes maestros sin el PHD que inundan todas las instituciones del mundo. Justamente, porque ellos, nuestros grandes maestros, son doctos antes que doctores, por ello lo merecen; pues hoy entre las nuevas generaciones hay tantos doctores y no siempre muy doctos; humanistas consagrados y luego científicos. No dejemos para darles ese reconocimiento en la tumba. No confundamos PHD con RIP (rest in peace).

La Universidad Nacional es una institución de prestigio y valor invaluable, es de todos; muy a pesar de que no siempre es tan nacional (no representa con equidad el país) y su prestigio ha entrado en deterioro tanto por la sana competencia que la enfrentan sin equidad con el avance de las privadas, como por la reducción permanente de su tamaño; además, se ha venido privatizando socarronamente con el cuento de ir dejándola solamente para postgrados (nivel en el que las matrículas se equiparan al mercado). Nuestra UN se revela en muchos de sus actos como un feudo y este caso de Vallejo debería dar motivo para el debate público de las estructuras de poder que propiciaron un otorgamiento bastante discutido por la mayoría de sus egresados, entre otros. Reducir la crítica a los gritos de Vallejo es como reducir el sentido crítico de los estudiantes de la U N con la pedrea.

Tanto el grito de Vallejo como la pedrea de los estudiantes son expresiones menores, cuya emergencia tal vez tenga sus justificaciones aunque también sus cuestionamientos, pero el verdadero sentido crítico en el artista está en la producción de formas capaces de dar cuenta de discursos dialogantes entre formas y contenidos, capaces de lograr la polifonía ideológico-dialéctica de la obra que no se agota en lo bonito, en el escándalo, en el escupitajo. Más allá de la pedrea, los medios deberían captar la producción intelectual de la UN, el debate permanente dentro de sus facultades, a las publicaciones rigurosas de todos sus saberes; espacios donde se presentan argumentos confrontados, ya sea en un sentido artístico (con pretensión universal), ya en el campo de la ciencia “duras” (lógico formales) ya en la ciencias socio-económicas; sí, ciencias (hermenéutico-comprensivas).

Tal vez un premio como este, para un mediano bufón como Vallejo, no haga más que distraer en el circo y todos contentos. Y entonces, la UN tan preciada de ser crítica de la sociedad colombiana y mundial, cae en la trampa de algunos confundidos postmodernos: En aras de la libertad absoluta, cae en el absolutismo de la libertad sin contextos; en aras de romper las reglas crea el caos y contribuye a mantener el status quo por inercia ante la precariedad de los argumentos (estrategia muy de moda); en aras de una falsa visión postmoderna retorna a las cavernas más conservadoras del absolutismo.

Escritor y poeta Enrique Ferrer Corredor

1 comentario:

  1. Sin duda alguna, su texto manifiesta una acción política y, casi por tanto, espectacular de las menciones y otros reconocimientos que hace la UN. Ante un panorama socio-economo-político tan desfavorable como el actual, la estrategia parece ser el "raiting" a este tipo de personajes exóticos, que dicen mal tanto de la literatura como de la academia (sin decir que son asuntos separados). Gracias por el texto.

    Alejandro Rodríguez Mendieta
    Lingüista, Universidad Nacional
    Instituto Caro y Cuervo

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